Ansiedad y estrés en niños

Psious • ene 31, 2022

¿Como ayudar a un niño que sufre de estrés?

Cómo ayudar a los niños a afrontar el estrés

El estrés en los niños es algo que se vé cada vez con más frecuencia. Ese agotamiento resultante de presiones y situaciones incómodas de la vida parecía ser algo con lo que solo se enfrentaban los adultos. Pero no es el caso. Hoy en día los niños tienen más de qué preocuparse de lo que crees. El estrés infantil es una preocupación seria que se ve agravada por factores externos como la escuela, la presión de los compañeros, problemas familiares, su relación con las redes sociales y más. Es importante que los padres se den cuenta de lo que sucede cuando sus hijos presentan síntomas de estrés. Si los padres y cuidadores comprenden por qué los niños sufren estrés, estarán en mejores condiciones de ayudarlos a sobrellevar la situación cuando surja la necesidad.

¿Qué causa el estrés infantil?

Los niños son sinónimos de felicidad en la mente de los adultos. Puede ser alarmante darse cuenta de que un niño está sufriendo estrés. Nos desgastamos tanto física como emocionalmente debido a las presiones sociales en torno a temas que nos importan. Los niños también. Al igual que los adultos, comparan sus habilidades con las demandas de otras personas o con sus propias expectativas. Un niño puede sentirse estresado al pensar que su desempeño es deficiente. Peor aún, los niños se sienten abrumados en sus vidas. Los niños mayores que intentan encajar con sus compañeros pueden sentir una enorme cantidad de estrés en la escuela. Por lo general, quieren que su trabajo escolar y su vida social estén a la par con los de sus compañeros.

Otra enorme fuente de estrés para los niños es la sobre-programación. Los niños hacen demasiado en estos días y rara vez tienen actividades relajantes pautadas en su calendario. Sí, los niños ahora tienen calendarios. Hoy en día, los niños se someten a una abrumadora cantidad de actividades extracurriculares, muchas de las cuales son tareas mentales en lugar de relajarse. Si un niño muestra signos de abstinencia, ansiedad o falta de entusiasmo, es posible que esté haciendo demasiado.

Los cambios en la vida de un niño pueden ser otra causa de estrés. Siempre que un niño tiene que adaptarse a un gran cambio, es probable que se estresen. Este es el caso si la interrupción de su rutina es positiva o negativa. Cuando una familia está experimentando cambios, un niño generalmente se siente amenazado. Si los padres están pasando por un divorcio o una separación, el niño puede sentir una sensación de pérdida. Los niños se sienten estresados incluso cuando el divorcio es amistoso. Los padres deben asegurarse de que sus hijos no se beneficien demasiado de la división. Es una buena idea no decir nunca nada negativo sobre el otro cónyuge a los hijos.


Incluso cuando las familias están juntas, los trastornos y las interrupciones, como las finanzas apretadas, pueden afectar a los niños. Este es el caso cuando los niños escuchan a sus padres discutir sobre cuestiones familiares. Del mismo modo, la muerte y la enfermedad en la familia pueden agravar el estrés de un niño. Un padre, proveedor o cuidador de un niño, debe ocuparse de sus propias necesidades y mantener sus preocupaciones en privado para asegurarse de que sus hijos no se den cuenta de su estrés. Hacer esto también es importante para que pueda guiar a los niños que ya están lidiando con el estrés. Si un padre está estresado, cualquier cosa que haga solo aumentará el estrés que sienten los niños.

Otra fuente importante de estrés son las redes sociales. En el pasado, los niños sentían la presión de sus compañeros en persona. Hoy, la presión vive con ellos. No solo pueden escuchar lo fantásticas que fueron las fiestas a las que no fueron invitados, sino que ahora también pueden ver las fotos. Además de esto, la conectividad expone a los niños a la violencia y otros contenidos inapropiados para su edad que solo aumentan su estrés. Los adultos tienen el deber cada vez mayor de regular a qué pueden acceder los niños en Internet.

Aunque el mundo de los niños parece tan despreocupado, la infancia está perdiendo su atractivo ante el estrés. Es fundamental que los adultos ayuden activamente a los niños a afrontar la situación.

    Cómo evitar niños con estrés

    No es fácil reconocer cuando los niños están sufriendo estrés. Sus acciones y comportamientos pueden ser indicadores. ¿Están actuando de manera diferente? ¿Hay cambios en sus patrones de sueño? ¿Qué pasa con los signos físicos como problemas de estómago o dolores de cabeza? Algunos niños pueden mostrar estrés a través de enuresis nueva o recurrente. En los niños más pequeños, es posible que observe nuevos hábitos, como chuparse el pulgar o dar vueltas al cabello. Los niños mucho mayores exhiben estrés por retraimiento social, rechazo a participar en actividades en las que alguna vez estuvieron interesados, intimidación, mentiras y desobediencia. Los niños también pueden tener pesadillas o no estar dispuestos a perder de vista a sus padres. El estrés puede manifestarse como ansiedad en algunos niños y pueden deprimirse si se ignoran los síntomas.


    ¿Cómo pueden ayudar los adultos?

    Si un niño experimenta estrés y manifiesta algún síntoma, un adulto puede ser su primera línea de apoyo y seguridad. Encontrar tiempo para hablar con ellos, evitar aumentar la presión y simplemente escuchar lo que tienen que decir. Si el niño no dice lo que está mal, no hay que forzarlo. Simplemente mostrarles que estás ahí puede aliviar la presión.

    Supervisar su consumo de Internet para asegurarse de que no sean víctimas de acoso o absorban contenido nocivo como la violencia. Si el problema son las actividades escolares y extraescolares, hay que considerar reducirlas y eliminar cualquier actividad que moleste al niño. También hay que asegurar que los niños estén descansando y nutriéndose adecuadamente. A veces, estos dos son todo lo que se necesita para combatir el estrés.

    Referencias

    1. KidsHealth Behavioral Health Experts, Childhood Stress. Retrieved from kidsHealth.org.
    2. MedlinePlus, Stress in Childhood. Retrieved from medlineplus.gov.
    3. Gina Shaw, 10 Reasons Your Child Might be Stressed. Retrieved from webmd.com
    

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    Nos han enseñado que no podemos estar tristes, que los días de bajón son señal de que algo va mal. Nos han enseñado a ser positivos hasta la locura y a evitar todo lo que nos revuelva por dentro. Nos han contado cuentos de personas felices y sin problemas, que viven cada día como si fuera un sueño, que no tienen que luchar nunca más con dragones, y que han conquistado reinos y corazones. Pero ¿qué hay de lo que nadie nos contó? ¿Qué hay de los baches que nadie nos enseñó a sortear, de las arenas movedizas sobre las que nadie nos enseñó a caminar, y de todos los tropiezos que nos íbamos a encontrar en la vida y de los que nadie nos había advertido? Por todo lo que nadie nos enseñó hasta ahora, nos hemos tragado todas las piedras del camino, hemos encontrado monstruos en cada esquina, y nos hemos caído en todos y cada uno de los charcos. Y es que nunca nadie nos explicó que podía haber monstruos dentro de nosotros mismos. Nadie nos dijo que, si ignoramos nuestras emociones, nuestros pensamientos, estaríamos creando el peor de todos ellos. Un tipo de criatura que se alimentaría de nuestra ingenuidad, de nuestro miedo y de nuestra ansia de evitarlo. Que se haría más grande cuanto más tratáramos de ignorarlo; que crecería cuantas más veces intentáramos fingir que no existe. Y es que el mar no deja de rugir por el mero hecho de que le demos la espalda. Incluso si logramos por un instante dejar de pensar en esas aguas aterradoras, una parte de nosotros sigue oyéndolas, sintiéndolas, y temiéndolas. Y es esa parte de nosotros la que ignoramos, la que rechazamos. Porque es la que siente el miedo, la angustia, la ansiedad y la pena ante cada bache del camino, ante cada sombra y monstruo; de fuera, y de dentro. Esa parte de nosotros mismos que aislamos, que queremos olvidar, es la que lucha con el resto de nuestro ser, reclamando nuestra atención, pidiendo a gritos que dejemos de alejarla de nuestro lado. Y así, sin darnos cuenta, dejamos de pelear contra monstruos para comenzar una batalla con nosotros mismos que podría no tener fin. O sí, si decidimos darnos la vuelta, hacer frente a ese mar tormentoso, a ese monstruo aterrador, a esa parte de nosotros mismos que nos provoca tanto rechazo. Si decidimos que ya basta de luchar contra uno mismo, que es tiempo de escucharse, tiempo de abrirnos a nosotros; de querernos y de cuidarnos. Si decidimos que es tiempo de reunir todas nuestras partes, las que nos gustan y las que no, y de comprendernos para poder trabajar desde la aceptación y la compasión hacia dentro. Y puede que haya pasado mucho tiempo y nuestro monstruo haya crecido demasiado. Puede que el miedo a hacerle frente sea tan intenso que nos deje paralizados. Quizá tampoco sepamos cómo abordarlo, por dónde empezar. La batalla será difícil, agotadora, desbordante y aterradora. La buena noticia es que no estamos solos en esto. El profesional de la psicología será nuestro mayor aliado. Esa persona experta que nos va a guiar en el camino hacia nuestra reconstrucción. La que nos va a dar el valor que necesitamos para hacer frente a nuestros monstruos. Será quien nos ayude a conocernos, y nos enseñará estrategias para hacernos fuertes y capaces, pero también flexibles. Esa persona será en quien podamos apoyarnos mientras aprendemos todas las cosas que nunca nos han contado. Y en ese momento, no habrá monstruo que pueda con nosotros. . . . El corto adjunto en el siguiente enlace es una versión de animación del mismo concepto que tratamos de transmitir con esta publicación. ¡Pásate a visitarlo! https://www.youtube.com/watch?v=QAyBXL9-7ow Imágenes recogidas de dreamstime.com.
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    Desde nuestro despacho, intentaremos hacer una breve síntesis de lo que es la Psicopatología laboral y en qué casos nos afecta, para ampliar información no duden en ponerse en contacto con nosotros, contamos con especialistas en la materia. Desde hace décadas, el trabajo ocupa gran parte de nuestra vida, es donde además se ponen en juego elementos fundamentales para el ser humano como lo son las relaciones sociales, las tensiones diarias, la hipercompetencia en el terreno individual y empresarial, la presión del reloj, la exigencia de un constante perfeccionamiento profesional...estas son situaciones que tienden a alterar el estado emocional de la mayoría de las personas, llevándolas al borde de sus propios límites físicos y psíquicos. Por esto, el factor psicológico constituye dentro de cualquier organización un elemento importante a la hora de estudiar el entorno laboral y de analizar los niveles de salud en el ambiente de trabajo. En un sentido general, cualquier conducta que cause malestar, impedimento o inhabilidad a raíz de un deterioro de funciones cerebrales cognitivas o neurocognitivas, podría ser clasificado de psicopatología. "La psicopatología del trabajo es el análisis de sufrimiento psíquico resultante de la confrontación de los hombres, con la organización de trabajo" (Dejours, 1998) A la Psicopatología del Trabajo no le preocupa el análisis de las condiciones y medio ambiente físico del trabajo ni la interacción persona-trabajo, le preocupa las alteraciones mentales que el individuo sufre en el ejercicio de su trabajo. Algunas de estas alteraciones pueden tener su origen en el trabajo mientras que otras pueden únicamente desencadenarse a consecuencia de las condiciones de trabajo. En este último caso el individuo se incorpora al puesto de trabajo con unas alteraciones mentales latentes lo que le predispone al desarrollo de las mismas en el ejercicio de su tarea. Es conveniente diferenciar entre; las características individuales del trabajador en lo que respecta a posibles alteraciones o problemas mentales y psicológicos el entorno organizacional y los problemas generados dentro del ámbito de interacción trabajador-organización Es cierto que las condiciones laborales y las relaciones interpersonales que se generan en cualquier organización son los principales factores detonantes de las posibles psicopatologías en los trabajadores, sin dejar de tomar en cuenta factores externos a la organización y que son inherentes a la individualidad del trabajador, tales como su vida familiar, condiciones físicas y emocionales, hábitos personales, etc. Así pues, dicho todo lo anterior y como parte final, podemos entender que el punto central en lo que respecta a la psicopatología del trabajo radica en el conflicto que existe entre la organización de trabajo y el desempeño o funcionamiento de los trabajadores, algunos ejemplos son: Trastornos de las habilidades cognitivas: aprendizaje, a la memoria, capacidad de abstracción, capacidad para reconocer similitudes y puede ser presentado aún en ausencia de trastorno mental. Trastorno de la capacidad de adaptación: refiere a la dificultad de algunas personas para adaptarse a los cambios relacionados con el trabajo. Trastornos basados en la desinhibición de emociones no expresadas (Acting-out). Trastornos de interacción en el trabajo Síndrome de Burnout o síndrome del trabajador quemado. Síndrome de Fatiga crónica Adicción al trabajo Consecuencias psicológicas por el horario, desempleo, jubilación, Mobbing… Etc… Esperamos que esta entrada haya servido como introducción a este tema y que consulten con nosotros cualquier dificultad asociada a este tema. Si necesita documentación o información, no duden en solicitarnosla en info@gogenolapsicologia.com
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