Riesgos Psicosociales

Bárbara Gogénola García • oct 08, 2018

La prevención en origen - eliminación o control- de los riesgos psicosociales es posible. Se trata de identificar y discutir el origen de las exposiciones detectadas, es decir, determinar qué aspectos de la organización del trabajo hay que cambiar y proponer soluciones.

Aprovechando que nuestra psicóloga Bárbara García Gogénola, impartió este mes pasado una sesión clínica en el Colegio Oficial de Psicólogos sobre los riesgos psicosociales, el post de este mes en el blog está dedicado a explicar el tema en cuestión y de qué manera afectan a la empresa; empresarios y trabajadores incluidos.

En prevención de riesgos laborales, denominamos factores psicosociales a aquellos factores de riesgo para la salud que se originan en la organización del trabajo y que generan respuestas de tipo fisiológico (reacciones neuroendocrinas), emocional (sentimientos de ansiedad, depresión, alienación, apatía, etc.), cognitivo (restricción de la percepción, de la habilidad para la concentración, la creatividad o la toma de decisiones, etc) y conductual (abuso de alcohol, tabaco, drogas, violencia, asunción de riesgos innecesarios, etc) que son conocidas popularmente como “estrés” y que pueden ser precursoras de enfermedad en ciertas circunstancias de intensidad, frecuencia y duración.

El estrés, el acoso y el malestar físico y psíquico que sufren muchos trabajadores y trabajadoras son resultado de una mala organización del trabajo y no de un problema individual, de personalidad o que responda a circunstancias personales o familiares.


La Ley de Prevención de Riesgos Laborales considera que la organización del trabajo forma parte de las condiciones de trabajo que influyen en la salud y seguridad de los y las trabajadoras, entre otros mecanismos a través de la exposición nociva a los riesgos psicosociales. Por ello, las características de la organización del trabajo deben ser evaluadas, controladas y modificadas.

Cuáles son los principales riesgos psicosociales



  • Exceso de exigencias psicológicas : cuando hay que trabajar rápido o de forma irregular, cuando el trabajo requiere que escondamos los sentimientos, callarse la opinión, tomar decisiones difíciles y de forma rápida;



  • Falta de influencia y de desarrollo : cuando no tenemos margen de autonomía en la forma de realizar nuestras tareas, cuando el trabajo no da posibilidades para aplicar nuestras habilidades y conocimientos o carece de sentido para nosotros, cuando no podemos adaptar el horario a las necesidades familiares, o no podemos decidir cuándo se hace un descanso;



  • Falta de apoyo y de calidad de liderazgo : cuando hay que trabajar aislado, sin apoyo de los superiores o compañeros y compañeras en la realización del trabajo, con las tareas mal definidas o sin la información adecuada y a tiempo;



  • Escasas compensaciones : cuando se falta al respeto, se provoca la inseguridad contractual, se dan cambios de puesto o servicio contra nuestra voluntad, se da un trato injusto, o no se reconoce el trabajo, el salario es muy bajo, etc.



  • Doble presencia : el trabajo doméstico y familiar supone exigencias cotidianas que deben asumirse de forma simultánea a las del trabajo remunerado. La organización del trabajo en la empresa puede impedir la compatibilización de ambos trabajos, a pesar de disponer de herramientas y normativa para la conciliación de la vida laboral y familiar. Las mujeres siguen realizando y responsabilizándose del trabajo doméstico y familiar, por lo que la doble presencia es más prevalente entre el colectivo de mujeres.


La prevención en origen - eliminación o control- de los riesgos psicosociales es posible. Se trata de identificar y discutir el origen de las exposiciones detectadas, es decir, determinar qué aspectos de la organización del trabajo hay que cambiar y proponer soluciones.

Lo que es razonable y exigible desde el punto de vista de la prevención es que actuemos para evitar que exposiciones conocidas causen problemas esperados y para los que disponemos de criterios de prevención.

Esto es lo que históricamente ha pretendido la salud pública y la medicina del trabajo, la higiene y la seguridad industrial. Pues bien, de eso se trata: identificar los factores de riesgo psicosocial en el trabajo y medir la exposición (evaluar) e intervenir (eliminar o controlar esas condiciones de trabajo), así podremos evitar que nuestra salud empeore.

La identificación de los riesgos y la selección y puesta en marcha de las medidas preventivas debe realizarse con la participación activa de los trabajadores y trabajadoras. Quien mejor conoce su trabajo y como cambiarlo es, sin duda, quien lo realiza; más aún si esta misma persona es la que sufre sus consecuencias.

Esperamos que estas cuatro pinceladas sobre el tema os hayan aclarado algo, como siempre, cualquier duda sobre el tema poneos en contacto con nosotros sin compromiso en el siguiente correo;

barbara@gogenolapsicologia.com



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Nos han enseñado que no podemos estar tristes, que los días de bajón son señal de que algo va mal. Nos han enseñado a ser positivos hasta la locura y a evitar todo lo que nos revuelva por dentro. Nos han contado cuentos de personas felices y sin problemas, que viven cada día como si fuera un sueño, que no tienen que luchar nunca más con dragones, y que han conquistado reinos y corazones. Pero ¿qué hay de lo que nadie nos contó? ¿Qué hay de los baches que nadie nos enseñó a sortear, de las arenas movedizas sobre las que nadie nos enseñó a caminar, y de todos los tropiezos que nos íbamos a encontrar en la vida y de los que nadie nos había advertido? Por todo lo que nadie nos enseñó hasta ahora, nos hemos tragado todas las piedras del camino, hemos encontrado monstruos en cada esquina, y nos hemos caído en todos y cada uno de los charcos. Y es que nunca nadie nos explicó que podía haber monstruos dentro de nosotros mismos. Nadie nos dijo que, si ignoramos nuestras emociones, nuestros pensamientos, estaríamos creando el peor de todos ellos. Un tipo de criatura que se alimentaría de nuestra ingenuidad, de nuestro miedo y de nuestra ansia de evitarlo. Que se haría más grande cuanto más tratáramos de ignorarlo; que crecería cuantas más veces intentáramos fingir que no existe. Y es que el mar no deja de rugir por el mero hecho de que le demos la espalda. Incluso si logramos por un instante dejar de pensar en esas aguas aterradoras, una parte de nosotros sigue oyéndolas, sintiéndolas, y temiéndolas. Y es esa parte de nosotros la que ignoramos, la que rechazamos. Porque es la que siente el miedo, la angustia, la ansiedad y la pena ante cada bache del camino, ante cada sombra y monstruo; de fuera, y de dentro. Esa parte de nosotros mismos que aislamos, que queremos olvidar, es la que lucha con el resto de nuestro ser, reclamando nuestra atención, pidiendo a gritos que dejemos de alejarla de nuestro lado. Y así, sin darnos cuenta, dejamos de pelear contra monstruos para comenzar una batalla con nosotros mismos que podría no tener fin. O sí, si decidimos darnos la vuelta, hacer frente a ese mar tormentoso, a ese monstruo aterrador, a esa parte de nosotros mismos que nos provoca tanto rechazo. Si decidimos que ya basta de luchar contra uno mismo, que es tiempo de escucharse, tiempo de abrirnos a nosotros; de querernos y de cuidarnos. Si decidimos que es tiempo de reunir todas nuestras partes, las que nos gustan y las que no, y de comprendernos para poder trabajar desde la aceptación y la compasión hacia dentro. Y puede que haya pasado mucho tiempo y nuestro monstruo haya crecido demasiado. Puede que el miedo a hacerle frente sea tan intenso que nos deje paralizados. Quizá tampoco sepamos cómo abordarlo, por dónde empezar. La batalla será difícil, agotadora, desbordante y aterradora. La buena noticia es que no estamos solos en esto. El profesional de la psicología será nuestro mayor aliado. Esa persona experta que nos va a guiar en el camino hacia nuestra reconstrucción. La que nos va a dar el valor que necesitamos para hacer frente a nuestros monstruos. Será quien nos ayude a conocernos, y nos enseñará estrategias para hacernos fuertes y capaces, pero también flexibles. Esa persona será en quien podamos apoyarnos mientras aprendemos todas las cosas que nunca nos han contado. Y en ese momento, no habrá monstruo que pueda con nosotros. . . . El corto adjunto en el siguiente enlace es una versión de animación del mismo concepto que tratamos de transmitir con esta publicación. ¡Pásate a visitarlo! https://www.youtube.com/watch?v=QAyBXL9-7ow Imágenes recogidas de dreamstime.com.
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