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Las sombras de nuestro interior

Nos han enseñado que no podemos estar tristes, que los días de bajón son señal de que algo va mal. Nos han enseñado a ser positivos hasta la locura y a evitar todo lo que nos revuelva por dentro. Nos han contado cuentos de personas felices y sin problemas, que viven cada día como si fuera un sueño, que no tienen que luchar nunca más con dragones, y que han conquistado reinos y corazones.

Pero ¿qué hay de lo que nadie nos contó? ¿Qué hay de los baches que nadie nos enseñó a sortear, de las arenas movedizas sobre las que nadie nos enseñó a caminar, y de todos los tropiezos que nos íbamos a encontrar en la vida y de los que nadie nos había advertido?

Por todo lo que nadie nos enseñó hasta ahora, nos hemos tragado todas las piedras del camino, hemos encontrado monstruos en cada esquina, y nos hemos caído en todos y cada uno de los charcos. Y es que nunca nadie nos explicó que podía haber monstruos dentro de nosotros mismos. Nadie nos dijo que, si ignoramos nuestras emociones, nuestros pensamientos, estaríamos creando el peor de todos ellos. Un tipo de criatura que se alimentaría de nuestra ingenuidad, de nuestro miedo y de nuestra ansia de evitarlo. Que se haría más grande cuanto más tratáramos de ignorarlo; que crecería cuantas más veces intentáramos fingir que no existe.

Y es que el mar no deja de rugir por el mero hecho de que le demos la espalda. Incluso si logramos por un instante dejar de pensar en esas aguas aterradoras, una parte de nosotros sigue oyéndolas, sintiéndolas, y temiéndolas. Y es esa parte de nosotros la que ignoramos, la que rechazamos. Porque es la que siente el miedo, la angustia, la ansiedad y la pena ante cada bache del camino, ante cada sombra y monstruo; de fuera, y de dentro.

Esa parte de nosotros mismos que aislamos, que queremos olvidar, es la que lucha con el resto de nuestro ser, reclamando nuestra atención, pidiendo a gritos que dejemos de alejarla de nuestro lado. Y así, sin darnos cuenta, dejamos de pelear contra monstruos para comenzar una batalla con nosotros mismos que podría no tener fin.

O sí, si decidimos darnos la vuelta, hacer frente a ese mar tormentoso, a ese monstruo aterrador, a esa parte de nosotros mismos que nos provoca tanto rechazo. Si decidimos que ya basta de luchar contra uno mismo, que es tiempo de escucharse, tiempo de abrirnos a nosotros; de querernos y de cuidarnos. Si decidimos que es tiempo de reunir todas nuestras partes, las que nos gustan y las que no, y de comprendernos para poder trabajar desde la aceptación y la compasión hacia dentro.

Y puede que haya pasado mucho tiempo y nuestro monstruo haya crecido demasiado. Puede que el miedo a hacerle frente sea tan intenso que nos deje paralizados. Quizá tampoco sepamos cómo abordarlo, por dónde empezar. La batalla será difícil, agotadora, desbordante y aterradora. La buena noticia es que no estamos solos en esto.

El profesional de la psicología será nuestro mayor aliado. Esa persona experta que nos va a guiar en el camino hacia nuestra reconstrucción. La que nos va a dar el valor que necesitamos para hacer frente a nuestros monstruos. Será quien nos ayude a conocernos, y nos enseñará estrategias para hacernos fuertes y capaces, pero también flexibles. Esa persona será en quien podamos apoyarnos mientras aprendemos todas las cosas que nunca nos han contado.

Y en ese momento, no habrá monstruo que pueda con nosotros.

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El corto adjunto en el siguiente enlace es una versión de animación del mismo concepto que tratamos de transmitir con esta publicación. ¡Pásate a visitarlo! https://www.youtube.com/watch?v=QAyBXL9-7ow

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